Hace un año, la Senescyt convocó a un concurso nacional de proyectos de investigación. Con todos sus errores, fue un paso importante. Como sucede en otras partes, los proyectos presentados fueron evaluados por expertos ecuatorianos y extranjeros. Al concluir el proceso de selección, las universidades firmaron convenios, pusieron dinero, garantías. Un buen día, en acto de despotismo “ilustrado”, Correa echó al equipo que dirigía Senescyt y mandó al señor Ramírez a acabar con todo.
El daño moral infligido a los investigadores, que durante meses prepararon sus proyectos y que iniciaban apenas su ejecución, no puede pagarse, y no solo porque no hay justicia independiente, sino porque afecta a su integridad, al patriotismo que les llevó a muchos a retornar al país.
No es la primera vez que este Gobierno actúa así. Lo hizo en 2007. Es parte del despotismo “ilustrado” que ha decidido que no habrá investigación sino en “institutos” estatales. Y siempre que se ajusten a lo que decidan los inventores del “bioconocimiento”, el “biosocialismo” y la “sociología de la felicidad”. Después de acabar con la investigación en las universidades, nos prometen, construirán la “ciudad del conocimiento”. ¿De dónde salen tantos disparates?, me pregunto.
El despotismo “ilustrado” que caracterizó a monarquías absolutistas del siglo XVIII, continuó en los siglos siguientes bajo la idea de que un gobernante ilustrado, que contase con el suficiente poder, podía conducir a su pueblo hacia el progreso. Hoy es, además, despotismo tecnocrático.
El déspota ilustrado es un obsesivo constructor del Estado, del territorio, de la “cultura nacional” (García Moreno). Pero lo que se construye es lo que él decide.
Se quiere imponer en el Ecuador una anacrónica y caricaturesca imitación del garcianismo. No se puede entender de otra manera lo que ocurre.
García Moreno, quien fue profesor y rector de la U. Central, decidió clausurarla para abrir la Escuela Politécnica. Creía que el Ecuador, para progresar, necesitaba de las ciencias naturales y las ingenierías, y que la Central producía en exceso teólogos, abogados y médicos. Alguna razón tenía, ¿pero había necesidad de clausurar la Universidad? La UCE resurgió “modernizada” de la clausura.
¿Quién no está de acuerdo en que la educación superior del Ecuador necesita una reforma radical y que se debe impulsar la investigación científica? Pero el imitador de García Moreno trata de imponernos sus esquemas a rajatabla, aunque carezca de razón.
El imitador de García Moreno nos ha impuesto una ley monstruosa, absurda. Llevamos casi un año sin dirección del sistema de educación superior. A eso se suma un nuevo atropello a nuestros investigadores. ¿Qué dicen los rectores de las universidades a todo esto?
Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: https://www.elcomercio.com/opinion/despotismo-ilustrado.html